lundi 29 octobre 2007

Lérida



Lérida, la capital de la provincia, es el principal núcleo económico y demográfico de la Cataluña interior. Ciudad tradicionalmente agrícola, en los últimos decenios se ha convertido también en centro industrial, comercial y de servicios con una animada vida cultural.
La ciudad antigua, encaramada sobre un cerro y dominada por la catedral, tiene una silueta inconfundible. Su existencia es muy antigua. Fue capital del territorio ibero de los Ilergetes, cuyos caudillos Indíbil y Mandonio opusieron resistencia a las tropas de los Escipiones durante la 2º guerra púnica. Ciudad romana denominada Ilerda, fue también clave durante la guerra entre Julio César y Pompeyo, hechos que se recogen en De Bello Civile, escrito por el mismo Julio César. Posteriormente fue una

importante metrópoli religiosa visigoda. En poder de los árabes desde el 719 hasta 1149, mantuvo su función de plaza fortificada en la llamada Frontera Superior. En esta época se construyeron canales y acequias que fueron la base de la riqueza agrícola posterior de la zona. En 1149 fue conquistada por Ramón Berenguer IV, conde de Barcelona y Ermengol VI, conde de Urgell. Los Templarios recibieron una parte importante del territorio. En 1228, Jaime I la convirtió en ciudad de fuero real, y continuó recibiendo privilegios reales hasta mediados del 1400, entre ellos el de ser sede universitaria. A partir de entonces fue objeto de sitios y agresiones bélicas, debido a su situación estratégica. En 1707, durante la guerra de Secesión perdió los tres elementos más distintivos de la ciudad: la universidad, la Paería y la Seu Vella.
Lérida entra entonces en un periodo de decadencia y postración que dura hasta mediados del siglo XIX, cuando se inicia un proceso de revitalización. Se abren calles, mercados, llega el ferrocarril y se reanima la vida cultural.

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